Preparar y cortar o rebanar todos los ingredientes frescos, de modo que estén listos para añadir al wok cuando sea necesario porque mientras se rehoga no hay tiempo para preparar nada.
Cortar la carne y las verduras en trozos similares para que todos los ingredientes se cocinen a la misma velocidad y estén listas a la vez, lo mejora la presentación del acabado del plato.
Cortar los ingredientes en trozos relativamente pequeños para que se cocinen bien dentro sin que se queme el exterior.
Preparar las medidas de las salsas, los condimentos y los ingredientes secos antes de comenzar a rehogar. Separarlos en diferentes cuencos según el momento en que deben verterse en el wok.
Utilizar un aceite ligero de buena calidad, como el aceite de cacahuate, el de cártamo o el de girasol.
Cortar las cebollas tiernas en rodajas diagonales o en trozos irregulares, ya que así resultan más atractivas que las típicas rodajas.
La raíz fresca del jengibre se puede picar muy fina o rallarla, según la textura que se quiera dar al plato.
Precalentar el wok a fuego medio antes de añadir el aceite y seguir calentando una vez incorporado. El aceite debe estar muy caliente pero sin humear, de esta forma el recipiente mantendrá el máximo calor posible durante la cocción. Añadir los primeros ingredientes y mantener el fuego alto para que los alimentos se doren por fuera y se cocinen rápidamente.
Utilizar las dos manos para rehogar, una para sostener el recipiente y la otra para mover los ingredientes con palillos o una espátula. No dejar de mover los alimentos para evitar que se peguen y asegurar una cocción homogénea.
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